Isla Grande de Chiloé. Chile

Etapa 4
Ya estábamos en la isla grande de Chiloé. El sol iluminaba sus casas de madera y latón, con múltiples colores.  Al parecer es muy raro ver el sol por estas zonas.
Tuvimos suerte que durante los tres días que nos quedamos por aquí no llovió nunca.
Aquí empieza nuestro recorrido de subida hacia el norte de Chile... y también aquí empieza, o termina, la famosa ruta Panamericana. 


Chiloé
, antiguamente llamada Nueva Galicia por los españoles, es un lugar de pescadores, marismas, mareas que desnudan y visten las playas y casas de palafitos de colores sobre el mar.



Castro es la capital del archipiélago, y centro estratégico para organizar el recorrido por la zona.
La ciudad de Castro no es muy grande, se puede recorrer tranquilamente caminando por sus coloridas calles.




Nos alojamos en uno de estos famosos palafitos de madera que hacen tan característica la ciudad. Se trata de una arquitectura singular, considerada monumento histórico nacional.


Era uno de estos palafitos que visto desde el exterior te preguntas si aguantará un día más. Pero luego cuando estás dentro te parece estar en otro mundo.
Hay dos zonas de Palafitos importantes. La más famosa y fácil de ver, sin tener que subirte a un barco, es la de los Palafitos de Gamboa



La otra es la de los Palafitos de Pedro Montt, en esta es posible ver las características fachadas de los palafitos solo con un recorrido en barco. Luego hay otros grupos de palafitos en varios puntos de la ciudad, pero más pequeños y menos importantes. 
Desde la calle los palafitos parecen casas de madera normales y corrientes. Su característica estructura se aprecia solo desde el agua.



A parte de los palafitos no hay que perderse la Iglesia de San Francisco de Castro, patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Es una iglesia que mezcla un estilo neoclásico con neogótico. Está construida en madera. 



El exterior es amarillo con tejas violetas. Su interior es una maravilla. Es todo de madera, y es como estar dentro una maqueta de madera en escala humana. Si tienes suerte, en un día de sol, se pueden ver los rayos de luz que entran por los cristales y que iluminan de forma exquisita su interior.



En la tranquila Castro no hay mucho más que ver.


Para visitar la Isla Grande de Chiloé y algunas de las pequeñas islas que componen el archipiélago decidimos alquilar un coche. Nunca había conducido un coche fuera de Europa, y en parte me daba un  poco de respecto,,, pero Chiloé parecía una isla muy tranquila, y en general en Chile la gente conduce bastante bien, además en Chiloé el tráfico es casi inexistente,  así que me arriesgué. 
Después de unos trámites de alquiler un poco raros (no era un Rent a Car, era la dueña de un Hostel que por lo visto alquilaba también un coche), nos encaminamos por las tranquilas carreteras del interior.
El alquiler de un día salía 36000$ y al final nos lo dejó a 30000$ (aprox. 40€).


La idea era ir a buscar las famosas Iglesias de madera de Chiloé, muchas patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
El día estaba soleado y de vez en cuando se nublaba. Con nuestro mapa, también raro, dibujado en 3 dimensiones y sin una escala proporcional, nos encaminamos hacia Achao, donde está la iglesia más antigua de Chiloé.


Chiloé es una isla muy verde, con campos, pastos y árboles y no me extraña que los españoles que la vieron por primera vez le encontraran un fuerte parecido con Galicia.
Desde Castro nos dirigimos hacia Dalcahue. Aquí se coge un ferry que en 5 minutos te lleva a la isla de Quinchao, ida y vuelta con coche 5000$ (aprox. 6.5€).


Nos paramos a Curaco de Velez, un pequeño pueblo de casas de madera y donde estaba la primera iglesia de madera de Chiloé. El pueblo era muy bonito y pintoresco, en la plaza estaba la iglesia, aunque, por lo visto, estaba cerrada "temporalmente".



Desde aquí nos dirigimos hacia Achao, donde estaba la iglesia más antigua de Chiloé. Cuando llegamos estaba cerrada también,,, los lunes cierra, y era lunes. Mala suerte…


Un poco molestos por lo ocurrido, volvimos a la carretera.
A lo largo del camino hay varias indicaciones de muchas más iglesias, aunque un poco perdidas en el interior de la pequeña isla de Quinchao. Y nos adentramos en estas verdes y bonitas carreteras para buscar otra iglesia más, pero también estaba cerrada por restauración…. Así que volvimos al ferry…


Una vez llegados a Dalcahue nos metimos en un lugar de comida local, La Cocinería, una especie de mercado de puestos de comida. 
Aquí probé el famoso Curanto, plato típico chilote. El plato era una mezcla de mariscos, mejillones, pollo, cerdo y unas masas de algo,,, cocinadas con grasa de cerdo. El plato se cocina en unos hornos bajo tierra,,, aunque hoy en día lo preparan en una olla a presión. El plato estaba muy bueno, además se acompañaba con un caldo con cilantro.


Después de la rica comida nos dirigimos hacia el sur de Chiloé. Volvimos a pasar por Castro y llegamos a Chonchi. Aquí estaba otra de las iglesias de madera de Chiloé, y ésta por fin estaba abierta. 


Era muy bonita. La bóveda central estaba pintada de un azul pastel y decorada con las estrellas del firmamento. 


Salimos de Chonchi y nos dirigimos hacia el Parque Nacional de Chiloé. Está por el otro lado de la Isla Grande, en la costa del Océano Pacifico.
La carretera que nos llevó al parque era muy bonita. Los paisajes cambiaron por completo. Entramos en bosques y pasamos al lado de un par de lagos.



En unos 40 minutos llegamos al Parque Nacional de Chiloé, entrada 1500$ (aprox. 2€).
Nos dieron un mapa del parque, los senderos estaban muy bien señalizados. Sobre las 17.00h empezamos a caminar… El cielo estaba nublado. Empezamos con un paseo por la parte del bosque húmedo, el recorrido no era muy largo. En el medio del camino empezó a llover muy fuerte, y tuvimos que volver atrás,,, nos mojamos todos.


Cuando llegamos al punto de inicio ya no llovía. Nos metimos en el sendero de la playa, y salió el sol,,, muy calentito que enseguida nos secó. Fue un paseo muy bonito. El Parque Nacional de Chiloé es, bosques que llegan hasta las dunas, en la inmensidad del inquieto Océano Pacifico.



Con la luces de la tarde volvimos a Castro en una horita. 
Y al día siguiente sin querer nos fuimos.

1 comentario:

  1. Me gustó tu relato, acompañado además de muy buenas fotos. Excelente post.

    saludos desde Chile

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