Etapa 69
En el extremo norte del estado de Queensland se encuentra
Cooktown, un pequeño pueblo rodeado de naturaleza.
Cooktown es importante porque fue aquí donde el Capitán
Cook desembarcó por primera vez en Australia y esta fue una de las razones por las que queríamos ir a visitar este lugar, además parecía ser un pueblo
autentico, donde encontrar la vida rural de Australia.
Cooktown es una villa muy pequeña y está lejos de las
grandes ciudades, para llegar hay que recorrer desde Cairns 336 kilómetros. Hace unos años construyeron una carretera asfaltada que llega hasta el
pueblo, antes solo se podía llegar por carretera de tierra.
Simplemente llegar aquí ya es una aventura y poca gente viene
hasta estas latitudes.
En Cooktown nos quedamos unos días en casa de otro CS que
nos hospedó.
Gracias a él pudimos conocer los lugares más escondidos
de los alrededores de la ciudad.
Estar en Cooktown es como estar en uno de estos pueblos
de películas, con casas de madera con jardines verdes bien cuidados,
carreteras anchas y desiertas.
La edad media de la gente que vive aquí es de 55 años. Los jóvenes se van y las familias que se forman terminan yéndose porque no hay suficientes servicios para criar a los hijos. También está la
incomodidad de que si necesitas algo tienes que ir hasta Cairns a comprarlo, en
Cooktown hay solo un supermercado, un par de pubs y las pocas tiendas que
intentan abrir terminan cerrando.
Pero aún así es un lugar muy bonito y tranquilo para
quedarse unos días y relajarse.
Con nuestro CS fuimos a visitar las Coloured Sands, una
playa de arena blanca, es de silicio y alrededor montañas de rocas rojas. En
esta zona se extrae silicio que convierten en piezas para nuestros aparatos
electrónicos.
Desde la playa entramos por un camino medio escondido y llegamos
a un pequeño cañón de rocas rojas, amarillas, blancas, un espectáculo
increíble.
Desde Coloured Sands nos dirigimos hacia una curiosa
cascada, Isabella Falls. Lo curioso de esta cascada es que el río cruza la
carretera, más bien la inunda y sigue su camino cayendo por un pequeño salto.
Los coches que pasan por esta carretera tienen que cruzar el río por agua, en
la temporada de lluvias la carretera se cierra.
En otra ruta fuimos a visitar las Black Mountains. Son
unas montañas de piedra volcánica negra, muy impactante el color de las
piedras negras con el cielo azul y el verde de los árboles.
Desde allí nos metimos por una carretera de tierra en el
interior del bosque de eucaliptos hasta llegar a las Trevathan Falls. Es una
cascada de unos 30 metros de altura con un charco donde te puedes bañar, un
pequeño paraíso natural donde pasar un rato agradable.
Y para terminar el día nos dirigimos a ver Archer Point.
Está en una costa muy ventosa, aquí se ven unos paisajes de árboles
curvados por las rachas de viento y prados verdes.
A la orilla del mar una
playa increíble, de arena blanca, con agua cristalina, otro pequeño paraíso… la pena es que no te
puedes bañar porque en esta costa hay cocodrilos y medusas con veneno mortal…
Después de pasar unos días en este increíble rincón
escondido de Australia había llegado la hora de volver a Cairns. Hacerlo no es
muy fácil. Los pocos turistas que llegan hasta Cooktown lo hacen
en coche o caravana, pero nosotros no. Hay un bus diario que vuelve hasta
Cairns, cuesta 85 AU$ (aprox. 58€), una barbaridad.
Así que decidimos volver en
autostop, un largo camino. Empezamos por la mañana y después de hora y media de
espera finalmente nos cargaron en una furgoneta que nos dejó a 25 km de
Cooktown, quedaban más de 300 km. Esperamos bajo el fuerte sol Australiano unos 10 minutos e increíblemente se pararon y otro señor nos llevó hasta
Mareeba, recorrimos 250 km con él. Desde Mareeba no tardaron ni 3 minutos en volvernos a cargar hasta Cairns. Recorrimos 336 km en 6 horas, una
experiencia fantástica.
Desde Cairns cogimos un avión hasta Melbourne, a 2750 km
de allí, coste 225 AU$ (aprox. 153€).
Decidimos no ir al desierto porque llegar era muy largo y
muy costoso.
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