Etapa 2
Después de un rico desayuno en la Quinta donde nos alojábamos nos dirigimos hacia la esquina más extrema de Portugal, Sagres.
En aproximadamente una hora llegamos. Las carreteras del sur de Portugal son bastante buenas, bien señalizadas y con poco tráfico.
Nos paramos en la Fortaleza de Sagres.
Este punto se consideraba el "fin del mundo conocido".
Ahora hay un cartel que dice "Europa empieza aquí".
La costa es muy ventosa y con acantilados muy altos. Desde la Fortaleza de Cabo de Sagres se puede ver el Faro de Cabo de San Vicente.
Es un lugar donde se decía que empezaban las tormentas y la cantidad de viento que había no lo hizo dudar. Casi no se podía estar de pie.
Desde aquí se puede apreciar la inmensidad del océano Atlántico.
Desde aquí se puede apreciar la inmensidad del océano Atlántico.
Desde Cabo de Sagres fuimos hasta Cabo San Vicente donde está el famoso faro también situado en lo alto de un empinado acantilado. A pesar del fuerte y constante viento el lugar es muy bonito y tiene mucha energía.
Desde el Faro de San Vicente nos dirigimos a visitar la hermosa ciudad de Lagos.
Está a menos de una hora de distancia de Cabo de San Vicente.
La ciudad es hermosa, casitas blancas con calles estrechas mezcladas con casas con una arquitectura clásica portuguesa.
Pasear por el centro histórico es una experiencia. Se respira paz y hay una luz hermosa.
Las casas estilo portugués tienen este toque decadente que caracteriza el país.
En el Centro Histórico hay muchos locales donde se puede comer la clásica comida portuguesa además de tiendas de todo tipo.
En la época que estuvimos no había demasiada gente y se podía pasear por la calles con toda tranquilidad.
Después de un muy rico almuerzo nos dirigimos hacia la costa de Lagos, las zonas de las playas.
En la punta extrema de la ciudad está el parque con el Farol de Ponta da Piedade.
Aquí se pueden apreciar las hermosas rocas y grutas rodeadas de aguas turquesas.
Se puede bajar a las playas y coger un barco para visitar la costa.
Terminada la visita a Lagos nos dirigimos hacia Silves, cerca de donde nos alojábamos.
Silves es un pequeño pueblo estilo medieval con un hermoso castillo.
Vale la pena visitarlo.
Desde allí de vuelta a nuestro alojamiento para descansar en la piscina.
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