Argentina, el Valle de la Luna y el Parque Nacional de Talampaya

Etapa 10
Otra vez el despertador a las 6:00 de la mañana… Es increíble que no haya excusiones más tarde.
Pasaron a recogernos al hostal con una furgoneta que ya estaba llena de otros turistas. Subimos las mochilas. Ya no íbamos a volver a este tranquilo pueblecito.

Para llegar al Valle de la Luna tardamos un par de horitas. La excursión empezaba con la visita al  Museo de Ciencias Naturales del Parque Ischigualasto, o Valle de la Luna, donde se podían apreciar réplicas de dinosaurios del triásico. La UNESCO declaró este parque patrimonio de la humanidad.


El museo era pequeño, pero nos explicaron bien la historia del sitio y sobre todo cómo trabajaban para encontrar los restos fósiles y cómo los limpiaban. Al parecer esta zona es rica de restos fósiles. Aquí encontraron unos de los restos más antiguos del triásico.


La visita también incluía la exhibición de dos de las piezas más importantes encontradas en Ischigualasto.
Una de ellas es el Eoraptor, un dinosaurio muy primitivo encontrado en el año 1991. Y el cráneo y la garra de Herrerasaurus que es otro dinosaurio que vivió junto con Eoraptor al comienzo de lo que después se convirtió en la "Era de los Dinosaurios". Ambos son los dinosaurios más antiguos del mundo conocidos hasta el momento y constituyen las joyas del Museo de Ciencias Naturales de San Juan. Dichos ejemplares están exhibidos por primera vez juntos en Ischigualasto, el mismo lugar que los albergó durante 230 millones de años.

Terminada la emocionante visita empezamos a recorrer el parque con un guía. El recorrido duró unas tres horas. El cielo estaba nublado, y los colores de las rocas no se apreciaban bien.



El Parque Ischigualasto es el único lugar donde puede verse totalmente al descubierto y perfectamente diferenciado todo el periodo triásico en forma completa y ordenada. Se calcula que las formaciones geológicas de este sitio tienen una antigüedad entre 180 y 230 millones de años. Es un sitio desértico sin vegetación y casi nunca llueve. Las rocas que se pueden ver tienen formas curiosas, modeladas por los vientos.

En este lugar normalmente hace siempre mucho calor, pero a nosotros nos tocó una de las pocas veces en que hacía frio.



Terminada la visita nos encaminamos hacia el Parque de Talampaya. Otro par de horitas de camino. Aquí almorzamos y después empezamos la visita.

El Parque Nacional Talampaya es una reserva natural, también patrimonio de la humanidad declarado por la UNESCO. Es muy diferente del Valle de la Luna o Parque Ischigualasto.


Las rocas tienen colores más rojizos. Entramos en un cañón colorado. Hay gente que lo compara, en pequeño, al Gran Cañón del Colorado. Estábamos en una zona llana con unas rocas de más de 150 metros de altura que se levantaban a nuestro alrededor. El tiempo había mejorado y empezaba a hacer calor. El recorrido tenía varias etapas. En la primera, paramos a ver unos grabados de antiguas culturas de hace más de 1000 años.


Pasamos luego a ver un jardín botánico con plantas autóctonas.
Las rocas, o montañas, a nuestro alrededor tenían formas increíbles, todas esculpidas durante muchos siglos por los vientos y por las fuertes lluvias.


Las formas más famosas son: la Catedral Gótica, el Monje, el Tótem, uno de los Reyes Magos, además de otras muchas más. En esta zona siguen viviendo unos pocos jaguares.



Terminada la visita nos preparamos para seguir el viaje. El bus nos dejó en una parada perdida en la desértica carretera donde tenía que pasar otro bus a recogernos para dejarnos en la ciudad de La Rioja. Por fortuna pasó el bus y después de dos horas llegamos a La Rioja. Eran las 8 de la noche.

Cuando llegamos estaba lloviendo. La Rioja es una ciudad bastante pobre perdida en el centro de Argentina. Aquí teníamos que comprar unos pasajes para llegar hasta Córdoba. El colectivo salía a las 12 de la noche. Teníamos que hacer tiempo. Bastante cansados decidimos comer algo en un bar cerca de la terminal de autobuses. Era un sitio auténtico. Un bar de hombres, y era lo mejor que había por allí. Era indescriptible, decidimos comer una pizza porque pensamos fuera lo menos peligroso de comer. El baño era absurdo, una puerta te llevaba a un pequeño cuarto con un agujero en el suelo, y para lavarte las manos había una piedra muy poco escavada y al centro un tubito donde salía el agua. Prácticamente imposible lavarte las manos. Después de comer nos quedamos en la terminal esperando el bus. El viaje hasta Córdoba duraba unas 6 horas.


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