Perú, la ciudad sagrada del Machu Picchu y el Wayna Picchu

Etapa 12
Este era el día de nuestro clímax en el bonito país del Perú, la subida al Machu Picchu.
Hicimos una ruta de conocimientos de las antiguas culturas pre-incaicas e Incas a lo largo de todo el Perú, para al final llegar a la famosa ciudad sagrada del Machu Picchu.

Nos levantamos a las 4 de la mañana para desayunar y estar a las 5 haciendo cola para subir al Machu Picchu. Los buses empezaban a subir sobre las 5 y media, pero a las 5 ya había cola. Subimos al tercer bus y en media hora y tras muchas curvas, llegamos a la entrada del Machu Picchu.


La primera emoción a la vista de la ciudad fue grande. Pensar que esta antigua civilización llegó a construir una ciudad en un sitio tan especial y aislado, tan metido armónicamente en el ambiente y en la naturaleza es increíble. Desde la ciudad se podían admirar las magnificas montañas sagradas que la rodeaban.


Al entrar fuimos rápidamente a la cola para subir al Wayna Picchu, la montaña joven. Sólo dejan pasar 400 personas diarias, y dada la multitud de gente que entra a la ciudad sagrada todos los días no era fácil entrar. Sobre las 7 y media empezamos a subir al Wayna Picchu.
Es una montaña empinada (la montaña que se ve al lado de la ciudad). Está llena de empinadísimas escaleras Incas que parecen imposibles para ascender. Caminábamos y parábamos, y así tras una hora de camino pudimos sentarnos a descansar y disfrutar de la cima y de las vistas que nos ofrecía. Nuestras hojitas de coca nos ayudaron a subir reduciendo nuestros esfuerzos.


Allí arriba se veía toda la ciudad sagrada, con forma de cóndor, donde antaño, unos 700 incas vivieron y disfrutaron de este mágico lugar.


Un momento allá arriba bastó para captar lo importante que era haber subido. No obstante la gente que había arriba podías sentirte casi solo. Estábamos allí en la cima del Wayna Picchu, y se podían sentir emociones increíbles. Seguramente si hubiéramos tenido más tiempo para quedarnos allí y relajarnos un poco más, hubiéramos podido apreciar más la energía que emanaba este lugar sagrado. Sólo el poco tiempo que nos quedamos fue suficiente para recargarnos de energía y fuerzas.


Al final empezamos a bajar y a gastarnos nuestras rodillitas por las imposibles escaleras Incas. Al llegar abajo nos sentamos a descansar, satisfechos, en una de las terrazas Incas donde millones de mosquitos querían comernos. Poco después salimos al exterior de la ciudad a buscar a nuestro guía, Miguel, que nos acompañaría a visitar la ciudad del Machu Picchu o montaña vieja.





Miguel era un especie de cowboy Inca, con toques espirituales, o al menos lo aparentaba.
Recorrimos la ciudad sagrada viendo las distintas construcciones y disfrutando de las explicaciones de Miguel. ¡Acabamos destrozados!



Después de dejar al guía, dimos un último paseo y nos paramos a descansar. Nos hubiera gustado quedarnos un poco más, pero teníamos que coger el tren de vuelta a Cuzco.


Nos gustó esta ciudad abandonada forzosamente, y sobre todo, nos gustó el lugar donde está. Mágico, como todos los lugares que elegían.


Volvimos a Aguas Caliente y almorzamos en un restaurante. Te repente empezó a caer una lluvia torrencial, como las que caen en las selvas tropicales.

Después de recoger nuestras cosas nos dirigimos al tren de vuelta a Cuzco. Nos esperaba un largo viaje, 4 horas. Un lento recorrido, sobre todo para lo cansados que estábamos y deseosos de meternos en una cómoda y cálida cama cuzqueña.

Se podría decir que después de ver la ciudad sagrada del Machu Picchu nuestro viaje iba a terminar. Nos quedaban pocos días.
Creo que subir al Wayna Picchu fue lo más bonito y emocionante del Machu Picchu. No hay que perdérselo, aunque no todo el mundo consigue llegar hasta la cima. Pero esto es lo bonito, un sitio para pocos, un sitio para quien quiera currarse el ascenso y sentir la emoción de estar en un lugar tan privilegiado.

1 comentario:

  1. Super... el ver las fotos y leer la descripción de lo que viviste, hace que me llene de mas ganas para ir a MACHUPICHU y sus alrededores... Si estoy encantada con lo que veo a traves de la internet, me imagino lo asombrada que estare cuando ya tenga mis pies el la ciudad sagrada de los Incas..

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