Mongolia, de camino a la Cascada de Orkhon. Transmongoliano

Etapa 9
Segundo día de tour por Mongolia.
La noche la pasamos bastante bien. Sobre la 6:00 de la mañana entró en la yurta la señora que nos acogió en su hogar para encender la estufa. Enseguida la yurta se calentó y desayunamos.
Por la mañana nos tocaba el paseo en camellos por el desierto del Mini Gobi. El día estaba nublado y hacía bastante frío. 


Nos subimos a los camellos. Nunca había subido a un camello. El paseo lo dimos al lado de las dunas de arena. El Mini Gobi es un desierto de dunas de arena. Montar en camello fue bonito y divertido, los paisajes eran muy bellos, aunque no entramos en las dunas. El frío fue aumentando. 



Después de una horita de paseo llegamos a nuestro coche. Subimos a calentarnos y seguimos nuestra ruta. Hoy teníamos que llegar hasta las Cascadas de Orkhon, unos 270 km de carretera de tierra.
El día estaba cada vez más frío, hasta que de repente empezó a nevar y caer agua helada en forma de bolitas,,, muy curioso.
A mediodía nos paramos a comer en un pueblo, Khujirt, el primero que vimos con casas de cemento, realmente un pueblo muy autentico. Cuando bajamos del coche nos miraron todos, parecía que no habían visto nunca a un occidental. Lo niños se acercaban nos miraban y se reían mirándonos con curiosidad. Entramos en un restaurante local a comer, un lugar que si no nos hubieran dicho de entrar no hubiéramos entrado nunca. En el interior había un Karaoke, la guía y el chófer se pusieron a cantar. Comimos una sopa de carne con verduras, muy buena. Fue una experiencia graciosa y divertida. 


Cuando salimos el frío se hizo más fuerte aún. Nos pusimos todos los abrigos que teníamos y aún así hacía frío. Dimos un corto paseo antes de volver al coche mientras Yungei iba a comprar comida para la noche. Khujirt parecía un pueblo pobre, pero la gente se veía tranquila y feliz.


El camino que nos quedaba era largo y el tiempo no nos ayudaba. Había viento y nieve, y los caminos de tierra se estaban llenando con una capa de nieve y hielo. El coche resbalaba, aunque sin peligros, no había nada con que chocarnos o caernos en algún lado, estábamos en una llanura... Tuvimos que entrar en un riachuelo para seguir el camino y el coche se medio bloqueó con el fango. Aunque al final salimos sin muchos problemas. 


Los paisajes eran muy parecidos al resto del país, aunque ahora estaba el encanto de la nieve y verlos nevados.



Más nos acercábamos al parque de la Cascada de Orkhon y más el paisaje cambiaba. Había más rocas y montañas, hasta que al final aparecieron árboles. Era una imagen preciosa.



Sobre las 17:30 de la tarde llegamos a las yurtas de nuestra nueva familia de acogida.


Esta vez la yurta era un poco más grande, aunque en peor estado. Cuando entramos en ella a poner nuestras cosas desde el agujero del centro del techo, donde sale el tubo de la estufa, estaba nevando.  


El tiempo estaba muy frío, teníamos que dar un paseo a caballo hasta la Cascada de Orkhon pero decidimos no ir por el frío y la nieve. Fuimos caminando hasta la cascada que estaba bastante cerca del campamento. El lugar era precioso. Un río caía con una caída de unos 10 metros en una especie de cañón. En la zona había árboles, los mismos pinos amarillos que vimos en el lago Baikal. La pena es que estaba nublado y caían bolitas de agua helada.




Después del paseo nos metimos en la yurta a calentar. Aunque la cosa no fue sencilla. En la parte de arriba de la yurta se perdía mucho calor, estaba abierta, intentamos cerrarla como pudimos. Además la estufa que teníamos no calentaba bien, necesitábamos mucha madera para calentarnos. 
Antes de la cena fuimos a la yurta de la familia para saludarlos y darles las gracias. Nos ofrecieron tomar leche de camella con te verde en polvo y un poco de sal, la típica bebida mongola. Estaba más rica de la que tomamos el día anterior. 


En el interior las yurtas son sencillas, estufa en en centro, camas en el perímetro y tienen las cosas básicas de sobrevivencia en un par de muebles, aunque siempre tienen un teléfono móvil. 



Después volvimos a nuestra yurta y cenamos con un plato de pasta preparada por Yungei. Aparte del frío que hacía lo peor de este lugar era el baño. Las yurtas no tienen baño, las familias hacen unos agujeros en el suelo a una distancia apropiada de la yurta y allí construyen una pequeña casita de madera de 1x1 metro que irán moviendo y allí hacen sus necesidades. Pero este baño era horroroso. La casita eran unas maderas simbólicas alrededor del agujero. Para hacer tus necesidades tenías que subir a dos cachos de madera con un vacío de "mierda" por debajo. Si se rompía la madera donde te apoyabas te caías justo en un mar de mierda... No tenía techo y el olor era nauseabundo. Lo más seguro e higiénico era mear a campo abierto.


La noche la pasamos casi helados. La tormenta iba aumentando, y el frío también. Tuvimos que salir por la noche a "robar" un poco de leña para la estufa... Casi no dormimos, teníamos que turnarnos para echar leña al fuego y tapar con telas el techo que el viento levantaba.
Fue una noche muy larga y fría. Pero al final llegó un nuevo día. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario