Perú, Puno y el Cementerio de Sillustani

Etapa 7
Después de un día emocionante como el anterior ya no podíamos imaginar que el viaje hubiera ido a más.

La noche en Puno creo estuvo peor que la anterior en Chivay. Nos faltaba el aire y no sabíamos qué hacer, si respirar o dormir. Además hacia frio. El hotel no tenía calefacción. Aquí los hoteles con calefacción son muy pocos. No quiero imaginar en el periodo más frio del año cómo pueden vivir en este lugar tan frio sin calefacción. Y por fin llegó la mañana. No obstante el intento de aclimatización a las alturas, primero pasando unos días en Arequipa a 2330 metros, luego pasando por Chivay a 3620 metros y ahora aquí a más de 3800 metros las malas sensaciones cuando se duerme no pasan, aunque durante el día no hay ningún tipo de problema. Creo que el hecho de estar tumbados nos afecta porque los pulmones se aplastan y se nota mucho la falta de oxigeno.


Desayunamos y empezamos con cumplir con nuestras tareas de organización de los siguientes días en Puno.

Puno es una pequeña ciudad al orilla del Lago Titicaca, Titikaka en quechua. Puno está a un altura sobre el nivel del mar de 3820 metros. Como la mayoría de las ciudades peruanas es muy activa. Hay siempre mucha gente por las calles.
La primera cosa que hicimos fue ir a ver el Lago Titikaka. Era uno de los sitios míticos que un viajero espera ver a lo largo de su vida. El lago visto desde el puerto de Puno no es nada de especial. El puerto es realmente un pequeño desastre.
Volvimos a la Plaza de Armas con un medio de transporte bastante singular. Hay que decir que a estas alturas, si no estás acostumbrado, te cansas bastante rápido. En Puno la población es indígena quechua y bastante pobre. Muchos de los taxis que se mueven en la ciudad son “ecológicos”. Son hombres que con sus bicicletas tiran un carrito, y dentro de este carrito suben personas. A veces te preguntas cómo pueden tirar tanto peso y subir por las calles de Puno unos hombrecitos tan flacos, y a ti te cuesta caminar más rápido de lo normal.


Probamos este medio de transporte y llegamos hasta la Plaza de Armas. La sensación cuando estás en Puno y miras a tu alrededor, es como si estuvieras en un sitio de oriente, China, Vietnam, Mongolia… Los indígenas quechua recuerdan a la gente oriental. Además con estos carritos tirados por bicicletas más todavía. Después de visitar la Plaza de Armas y almorzar, nos preparamos para la excursión de la tarde. Sobre las 2 de la tarde nos vinieron a buscar para ir al cementerio preincaico de Sillustani.


Para llegar a este lugar pasamos por la campiña punense. Este altiplano es muy hermoso. Parece imposible que a estas alturas se puedan encontrar unos espacios tan amplios y totalmente llanos. El Cementerio de Sillustani está situado en una pequeña península que estuvo destinada a cementerio desde antes de los incas. Y no me extraña. A lo largo de los siglos, diferentes culturas, preincaicas e incaicas construyeron sus tumbas en este lugar. Las tumbas tienen forma de tronco de cono invertido. Son impresionantes. Se pueden apreciar las distintas épocas de construcción, reconociéndolas por los siempre más precisos detalles de las estructuras. Este creo fue el primer encuentro con la cultura incaica que tuvimos hasta ahora.


A parte las ruinas de las tumbas, lo más impactante es el lugar. Es un sitio que emana una energía muy fuerte. Un lugar mágico. Las tumbas no las construyeron aquí por casualidad. Estábamos en una pequeña lengua de tierra que entraba en un hermoso lago. El paisaje era impresionante.



Las tumbas se construyeron aquí con el fin de unir los tres mundos. El Cóndor, como símbolo del cielo, la tierra Pachamama como nuestro mundo y la Culebra, símbolo del mundo de los muertos. Y el agua del lago une los tres mundos. La verdad es que este sitio está tan cargado de energías que no te irías nunca. Al final tuvimos que volver a Puno.
Mientras volvíamos nos paramos en una granja típica de la zona. Estaba hecha de barro. Convivían con sus animales.
Es increíble que haya gente que vive aún en estas condiciones de pobreza.



Volvimos a Puno y después de un matecito de coca y una tarta para relajarnos aún más, fuimos a un supermercado a comprar algo de comida para la gente de las islas del lago Titikaka. Los siguientes días iríamos a las islas del Lago Titikaka, Amantani y Taquile. Es aconsejable llevar algo de comida a esta gente porque vive en condiciones bastantes pobres y la única forma de conseguir algo de alimentos es llegar hasta Puno o esperar a los comerciantes que pasan por las islas.


1 comentario:

  1. ES UN LUGAR MAGICO, SOBRE TODO LA ISLA QUE NATURALEZA, QUE PANORAMA, EL SENTIR LA ENERGIA. ORGULLOZA DE SER PERUANA

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